Que lindo es todo cuando las cosas van
bien, cuando todo sale según lo planeado. Estos días así son como una mañana en
la que abrimos nuestros ojos y vemos un nuevo día radiante, lleno de luz. Un
sol que se impone abrazando nuestra piel y una cálida brisa tropical acaricia
nuestro rostro al abrir la puerta de nuestro hogar y salir, enfrentando un
nuevo día lleno de aventuras. Esos días son como el dulce cantar de un ave tras
una noche
fría que aletea de alegría por doquier ya que se sabe libre, sin ataduras ni preocupaciones; días que comienzan cual capullo de donde brota una sin igual flor de colores majestuosos que, junto a otras muchas, embellecen el panorama. Esos días; que buenos son.
fría que aletea de alegría por doquier ya que se sabe libre, sin ataduras ni preocupaciones; días que comienzan cual capullo de donde brota una sin igual flor de colores majestuosos que, junto a otras muchas, embellecen el panorama. Esos días; que buenos son.
En esos momentos es difícil detenerse a
pensar en un momento de dificultad sino que disfrutamos el momento al máximo,
pero, ¿que ocurre cuando tal panorama, que raya en la perfección, es empañado
por un mal tiempo? Cuando llega esa nube gris que se esfuerza por esconder tal
belleza hasta no poder percibir el cielo azul, hasta no poder ver algún rayo de
luz de aquel imponente sol que ahora es un recuerdo; se a escondido de nuestros
ojos.
Cómo enfrentamos esa nube que ha
empañado nuestros sueños, que nos trae un aparente retraso de agendas, que
sentimos voltea nuestro entorno y vida entera al revés. Una nube gris que trae
consigo lamentos, tristezas extremas, angustias y muchos cuestionamientos que,
en ocasiones, nos hacen reclamar a Dios una respuesta a un sincero “Por qué”.
Es en esos momentos en los que hay que
tener presentes en nuestra memoria una verdad crucial que hará la diferencia.
Al sentirnos agobiados y oprimidos por una nube gris que ha deslucido una linda
vista y nuestra estabilidad emocional, debemos estar convencidos que tras la
nube gris todavía hay un sol resplandeciente que, aunque no le vemos en ese
momento está ahí y sigue emitiendo su calor; sigue manteniendo con vida la
creación.
Al enfrentar tu situación confía en que
tras ella, en que más allá de la nube gris, está Dios, y que su calor llega a
ti y te cobija con un amor perfecto. Dios está presente en medio de tus
tribulaciones, el es quien fortalece tu cuerpo, tu mente y tu espíritu. Él te
sostiene, lo primero que debes hacer es creer (confiar) en que él está ahí.
El salmista dijo (capítulo 121) “ALZARÉ mis ojos á los montes, De donde vendrá mi socorro. Mi socorro
viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al
resbaladero; ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni
dormirá El que guarda á Israel. Jehová es tu guardador, Jehová es tu sombra a
tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche. Jehová te
guardará de todo mal; Él guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada,
desde ahora y para siempre.” ¡Amen!
Por
tanto, alza tus ojos y mira hacia Jesús por que él está cerca de ti, su mano se
extiende hacia ti para darte fortaleza, paz y dirección en medio de situaciones
adversas. Decide hoy mirar al Maestro, mira más allá de la nube gris porque
ésta no estará ahí por siempre, ella se disipará y quedarás de pie y más fuerte
que antes y seguirán aconteciendo días hermosos para deleitarnos en ellos en la
presencia de nuestro Creador.
Por Fidel M.H.