Para entender el inmenso amor de Dios, vasta con ver el amor incondicional de una MADRE. Un amor que no conoce barreras; que permanece latente a pesar del cansancio. El amor de una madre se extiende más allá de cualquier amor en este mundo pues, sin meditar en las consecuencias, arriesga todo por sus hijos.
El amor de una madre da todo lo que posee y aún lo que no tiene. Retira el pan de su boca para darlo a sus pequeños (aunque sean ya mayores) al ver que tienen necesidad. El amor de una madre se abstiene de muchos gustos sólo por cubrir las necesidades de sus hijos.