Cuando hablamos de amor, siempre vamos a hacer de alguna u otra manera referencia a tres aspectos importantes que lo componen. El amor es un sentimiento intenso, es una decisión tomada y una ación llevada a cabo.
Cuando vez a la persona que amas tu estado emocional se altera (para bien), es inevitable dibujarte una sonrisa en la cara, sientes el corazón que anda a saltos, sientes las muy famosas mariposas en tu estómago. Tu forma de caminar cambia, no respiras de la misma forma, etc. Eso... es el bello sentimiento llamado amor.
Ese sentimiento está y permanece allí por decisión propia, porque decides amar a esa personita especial. En esto se basa el amor como una decisión. Yo decido ver o hacer feliz a alguien en particular. Entonces, el verdadero amor sabe disfrutar la felicidad del ser amado aunque sea a la distancia y se duele sin reclamar cuando a éste le va mal; está ahí de forma incondicional. El verdadero amor respeta las decisiones del ser amado por más dolorosa que sean.
El sentimiento que lleva a una decisión produce una acción. El verdadero amor no sólo es proclamado a los cuatro vientos, no sólo es desear ver feliz a alguien; el verdadero amor se traduce en algo tangible cuando por nuestras acciones damos FE de él.
"Del dicho al hecho." Así dice el proverbio popular, que no se equivoca pues el amor no sólo se debe sentir o confesar, sino que se debe accionar.
La mayor expresión de "un amor reflejado" la encontramos en Jesús, quien no sólo nos ama (el sentimiento) sino que tomó la decisión de dar su vida en la cruz por la humanidad como muestra (la acción) de ese amor. Jesús respeta la decisión de aquel que vive lejos de él, más se mantiene "cerca" hasta el momento en que decidan aceptarle, y lo hace sin reproches.
Eh aquí un amor reflejado... el amor de Dios en Jesús. Un amor digno de imitar.
Busco día a día conocer más de Su amor para así poder emularlo y llegar a amar como el lo hace; un amor puro, un amor reflejado...
¿Deseas también emular Su amor?
¡Bendiciones!
Por Fidel M.H.
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